Noticias de las Fraternidades 38

 

PARÍS (FRANCIA)

Diario de Daniel

 

Soy pensionista desde el año 2007 y estoy muy contento. Es un periodo muy interesante de mi vida, porque respiro un poco. El estrés del trabajo y del transporte público ha disminuido claramente. Aunque no fuera nada más que tomar el metro cada mañana, en una línea sobrecargada de pasajeros, con frecuencia perturbada por accidentes de lo más variados, me volvían las jornadas cada vez más pesadas. Yo contaba los días, para cuando ya no hiciera parte de los viajeros de estas líneas. Esto no quiere decir que no amase el trabajo que hacía, todo lo contrario. Los 17 años que pasé en la asociación de ayudas a domicilio fueron muy enriquecedores y continúo, cada vez que puedo, visitando a ciertas personas que frecuentaba entonces. Pero la verdad es que me sentía cansado los últimos años.

Desde que comencé mi tiempo de jubilación, me he propuesto un horario más humano, permitiéndome tomar tiempo para meditar diariamente la Palabra de Dios por la mañana y estar disponible para diversos servicios a hermanos y amigos, que no faltan. Me levanto a las 7h y no siento las horas pasar hasta las 23h.

En los recordatorios de mi ordenación sacerdotal en 1978 escribí esta  frase: “El Hijo del hombre vino,  no para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.” (Mat. 20-28).

Estas palabras fueron y son para mí “Palabra fuente”. Al menos en su primera parte! Lo que significa concretamente la posibilidad de dejarme molestar y de poder cambiar el programa, que me había fijado. El teléfono fijo o el móvil suenan con bastante frecuencia, para urgencias más o menos grandes, ya para un pequeño servicio de reparación o para atender cualquier angustia humana o para una celebración en una fraternidad de hermanitas, cuando no para un funeral o un matrimonio a preparar con el hijo de cualquiera de los amigos/as, conocidos de hace tiempo. Un cierto número de personas pasa el umbral de mi pequeña casa, en el corazón de París, y afortunadamente los muros no hablan. Por eso, trato de que este  lugar esté  siempre muy limpio y acogedor.

No piensen que no tenga tiempo libre o que sólo esté estudiando, eso sería engañarles. No teman, que me tomo tiempo para distraerme.

Cierto, aprovecho para estudiar la Biblia, sobre todo a partir de temas que se me piden para encuentros o retiros a las fraternidades. Siempre cuando me solicitan, dudo bastante, pero me digo: “Danielito”, es una buena  oportunidad para ti de no quedarte en el aire. Y a partir de ese momento, trabajo sobre los vínculos entre la Palabra de Dios y ciertos  textos del Concilio Vaticano II, que estoy obligado a retomar. ¡No había abierto los textos del Concilio desde, al menos, dos décadas! También me encuentro mensualmente con las fraternidades de Carlos de Foucauld de la Región de París, lo que me provoca investigar aún más.

Tengo también muchas lecturas atrasadas, que me había prometido hacer, cuando llegase este tiempo de jubilación.. Por el momento la mayoría siguen en lista de espera. Me dejo llevar más fácilmente por una novela policiaca o de otro tipo. ¡Las ideas y los proyectos no faltan, pero este buen hombre no los sigue necesariamente!

El tiempo libre lo utilizo también y sobre todo para visitar a los amigos numerosos y asistir a  las frecuentes comidas a las que me invitan. Y igualmente me gusta cocinar e invitar de buen grado. A veces se trata de personas que comen apenas.. y que se sienten contentas de tener una buena comida.

Gracias a una amiga que es restauradora de obras de papel en el barrio de la Bastilla (barrio en el que hay muchos artesanos de todo tipo) he conocido un poco este mundo bien agradable que me abre bonitas perspectivas sobre el Arte y lo Bello. Es un colectivo que se halla cada vez más en dificultad para subsistir y que a veces sobrevive a penas.

Hace ya 25 años que alquilo esta estudio en la calle de “aux Ours”. Está en el centro de París. El barrio ha cambiado mucho. Está al principio del barrio, llamado “Marais”, con bonitos inmuebles del siglo XIX, de la época de Napoleón III y del Barón Hausman, que fue el renovador de París. Es también el barrio “gay”. Uno de los más importantes lugares de encuentros se sitúa en los bajos de mi inmueble. Alain, el patrón de este “negocio”, con quien  me entiendo bien, encuentra que yo no le hago mucho honor a su establecimiento. Yo le he dicho que mi modo de encontrar a las personas es un poco diferente del suyo.

Desde el comienzo, he mantenido buenos lazos con la parroquia más pequeña de París: la parroquia de St. Leu y St. Gil, situada al otro lado del bulevar, que pasa ante mi ventana. Y, aunque ciertos aspectos carismáticos me resbalan un poco, sigue siendo el lugar en el que participo en la Eucaristía y donde tengo muchos amigos. Es el lugar en el que he dado muchos cursos bíblicos y en el que numerosos grupos de todo tipo hallan hospitalidad. Este año uno de los temas era: Las raíces judías del cristianismo; yo era uno de los participantes. Por eso, tuve que profundizar en los textos del Servidor Sufriente.

Todos los lunes por la tarde me encuentro con un pequeño grupo de cristianos y judíos en el centro comunitario Elías Wiesel, con el rabino Hervé, que nos inicia en la lectura del Talmud. Es  otro mundo que se nos presenta.  Para profundizar en el hebreo, que siempre es muy pobre entre los integrantes del grupo, especialmente en mi caso, nos vemos el jueves por la tarde en nuestras casas, turnándonos.. El ambiente es muy bueno; a veces terminamos con una pequeña cena. Hervé no es nada meticuloso respecto a la comida "cacher".

Todos los jueves por la noche voy a la fraternidad, al noroeste de París. Celebramos  juntos y tenemos algunas reuniones bien fraternas. Cada semana uno de nosotros visita a François, tal como acordamos. Aprovecho para ver a otras personas que viven en Versalles.

Leyendo este diario, verán que la vida de jubilado no es un largo río tranquilo, pero es, sin embargo,  muy agradable. Le doy gracias al Señor de esta oportunidad que me da de poder vivir en paz, rodeado de numerosos amigos.