Noticias de las Fraternidades 40

LA FRATERNIDAD EN ÁFRICA ORIENTAL

Las tres fraternidades que forman actualmente la región de África Oriental:

Kangemi, (barrio de Nairobi) Kenia.

Olorien, (barrio urbano de Arusha) Tanzania.

Mlangareni, (pueblo rural cerca de Arusha) Tanzania.

 

Diario de Alain (fraternidad de Kangemi, Nairobi, Kenia)

Para celebrar los diez años de AJAN (African Jesuit AIDS Network), los jesuitas organizaron un seminario. Yo estaba allí como representante del programa en nuestro barrio de Kangemi. Allí estaban 16 Jesuitas, cinco laicos y yo, todos trabajando en proyectos relacionados con AJAN. Para mí fue una experiencia única el descubrir una Provincia de un gran Instituto Religioso, dinámica, activa, que crece rápidamente. Estaba impresionado por la juventud, el entusiasmo, la africanidad: Solo uno no era africano. Esos sacerdotes jóvenes están muy comprometidos y se encuentran rápidamente en puestos de responsabilidad en centros universitarios, programas sociales importantes o parroquias. Las Provincias Africanas de la Compañía se desarrollan con numerosas casas nuevas, con proyectos nuevos cada año, lo que permite a cada uno soñar imaginando dónde y cómo ejercer sus talentos y su creatividad.

Compartí con mucho gusto el alegre y ruidoso ambiente de la fiesta del aniversario, y estaba feliz de formar parte de esta impresionante familia de la Iglesia que tiene un impacto real en la sociedad africana. Entonces, de repente, un Jesuita (que tiene responsabilidades a nivel del continente) me dice: “este crecimiento no va a durar, en África del Sur ya no hay vocaciones. San Ignacio escribió que los compañeros no debían sobrepasar los mil; eran más de 35.000 en los años 60 y hoy son 18.000”. En el futuro, tanto en África como en otras partes, los laicos tendrán más responsabilidades en la Iglesia, y los célibes consagrados serán menos numerosos: es una vocación muy especial, no es para las mayorías.

Yo le dije que después de mi último regreso de Europa estoy convencido de que el secularismo está llegando a África como consecuencia de un pensamiento crítico, de un enfoque científico cuyo efecto es por un lado un distanciamiento de lo sagrado (con el consumismo, el relativismo), pero por otro lado una “purificación” de la fe y de una cierta imagen de Dios, una mayor humildad, el deseo de aprender de las otras escuelas de pensamiento… Su respuesta fue breve: “Ya está ahí”. Para nosotros el desafío es aprender de los otros continentes, y no estar solamente a la defensiva ante el “mundo moderno” replegándonos en una “fortaleza tradicional” y buscar los medios para profundizar nuestra fe y nuestra relación con Jesús. Para eso las semanas de oración acompañada y la formación de laicos como guías espirituales son experiencias ricas y lugares de hermosos encuentros.

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Me gusta mucho la escena de Mc. 12 donde Jesús está sentado delante del Templo. Mientras los peregrinos admiran las decoraciones, el brillo de su techo de oro, las enormes piedras de los cimientos y las grandes limosnas de los grandes ricos, Jesús, él, está tan impactado por una pequeña viuda y su humilde ofrenda que llama a sus amigos: “Ella lo ha dado todo, amó hasta el extremo”.

Participé en una reunión que congregaba estudiantes de universidad, algunos religiosos y gente que se podría considerar de clase media, en total unas 60 personas.

Mi mirada se sintió atraída por ojos como almendras que reflejaban serenidad, bondad, en un rostro fino y alargado con una sonrisa discreta y acogedora. Entre las señoras, vestidas sencillamente, pero coquetas, ella contrastaba con sus zapatos usados que habían pisado el barro esa mañana. Pregunté a una de sus conocidas quien era, y supe que esta humilde viuda tenía un don excepcional para escuchar y aconsejar, consolar y animar: una guía muy apreciada en las semanas de oración. Su belleza le venía del fondo del alma.

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El combate contra el Sida dio fruto: el porcentaje de gente que vive con el virus ha bajado en muchos países del continente: hay más gente que tiene acceso a los antiretrovirales, nacen menos niños con el virus, pero todavía hay 85.000 kenianos que mueren de sida cada año. Lo que es nuevo, es un cierto cansancio del público: “Hemos oído hablar bastante del Sida, que después de todo, es una enfermedad crónica entre otras”. Cansancio también de los donantes de fondos que hablan de “integración”: El Sida se ha convertido en un problema de Salud pública entre tantos otros.

Por eso nuestro programa no debe interesarse solamente por el Sida sino abrirse a otros desafíos. Con “Médicos sin Fronteras” empezamos una campaña de sensibilización contra las violencias sexuales, tan corrientes en nuestras villas miseria. (En Kenia, con sus 40 millones de habitantes, se habla de una violación cada 30 minutos). Y también quisiéramos apoyar a las parejas jóvenes, darles la posibilidad de aprender a dialogar y a comunicar.

“Las relaciones humanas son la pérdida de toda ilusión” escribió un filósofo. Sí, siempre fue un desafío vivir juntos bajo un mismo techo, pero con las rápidas evoluciones de nuestras sociedades, ese desafío adoptó formas nuevas. Por una parte se puso muy alto el ideal de la vida de pareja, y por otra parte nunca se han visto tantas parejas que dan por terminada su vida en común. Estoy convencido de que con un poco de apoyo y de acompañamiento, muchas parejas podrían tener una vida en común mejor y más feliz.

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Algunas reflexiones escuchadas aquí en nuestro barrio de Kangemi en Nairobi.

Una madre de tres hijos cuyo marido murió hace dos años: “No, no pienso volver a casarme, un marido es una causa de estrés, prefiero no tenerlo y consagrarme a la educación de mis hijos”.

Una mujer joven de 25 años: “Me gustaría casarme pero tengo miedo: incluso si encuentro un joven a todo dar… después de algunos años, empezará a mirar a las mujeres a su alrededor y tengo miedo de agarrar el Sida”.

Un joven valiente: se llevó a su casa a la chica que dejó embarazada, pero no tiene trabajo fijo. Se pelean a menudo porque no tienen bastante para comer. Ella piensa regresar a casa de sus padres y vivir como madre soltera … ¡y el piensa suicidarse!

Una mujer se casó. Ya había tenido una hija cuando estaba en la escuela. Esto fue la causa de las tensiones en la pareja que ahora está separada. En Kenia, más de 10.000 chicas se quedan embarazadas cada año en la escuela. Es frecuente que las relaciones del hijo con el marido de su madre (o la mujer de su padre) son difíciles.

Una mujer fue diagnosticada VIH positiva. Salió del centro de salud con una idea en la cabeza: puesto que está condenada a morir pronto, que sea enseguida, con sus dos hijos: los llevó a cruzar la autopista, caminando lentamente sin mirar los camiones ni los carros… ¡pero llegaron sanos y salvos del otro lado! La segunda posibilidad que se le ocurrió fue comprar veneno… Cuando el marido le preguntó por qué había ido al “Centro de Salud”, no quiso responderle. Nunca le habló del test que había hecho… pero cuando empezó a tomar los antiretrovirales los ponía sobre la mesa sin explicación… y sólo dos años más tarde, cuando el marido cayó enfermo, le propuso que fueran juntos para hacer el test del Sida. Los dos dieron positivo y finalmente pudieron hablar del tema. Muchos viven juntos pero los intercambios son muy limitados.

Un joven casado vivía en la ciudad y junto a su esposa esperaba su primer hijo. Cual no fue su sorpresa al enterarse de que su esposa embarazada había sido diagnosticada VIH positiva. Después descubrió que ella ya había tenido antes un niño. En la ciudad se comparte más pronto y más profundamente que en el pueblo y uno cree que se conocen… ¿pero que se sabe del pasado? ¿de la familia? ¿del lugar de trabajo o del lugar donde viven los demás?

En un grupo de parejas, un hombre dijo que tenía una cuenta en un banco “en común” con su esposa y que ella también tenía la firma. "¿Entonces ella puede retirar dinero sin decírtelo?" preguntó un participante – “Sí” – “¿Ella puede retirar TODO el dinero?” – “Sí, pero confío en ella”. Todos los hombres miraron a sus zapatos soñadores. Finalmente alguien intervino: “Sí, los problemas de dinero, durante mucho tiempo fueron causa de conflicto en mi pareja, entonces decidí ser abierto y decirle a mi mujer lo que gano. Y también le explico que tengo deudas que pagar… en verdad no le doy los detalles de esas “deudas”. – “¿por qué?” – “Porque si tu mujer sabe todo el dinero que tienes, nunca dejará de pedirte.” Todo el mundo estaba de acuerdo en decir que los temas de dinero son los más difíciles de abordar en la pareja.

En un grupo de mujeres que se quejaban del comportamiento de los hombres (a menudo no son delicados y exigen sus ”derechos matrimoniales” incluso cuando la esposa está agotada de cansancio), una mujer compartió su punto de vista: un  día en el que visiblemente su esposo se caía de sueño, ella se acercó a él románticamente; él se volteó hacia la pared quejándose…  y enseguida ella le explicó que a veces ella también necesita descanso, y que sería conveniente que puedan no sólo “hacer el amor” sino “hablar amor”.

Una mujer joven había estado muy contenta de recibir la visita de su madre que había venido del pueblo, pero luego se quejó a su marido: “¿Por qué cuando mi madre nos visita comemos frijoles y cuando llega tu padre, compras carne?”

Un joven que pasó la mayor parte de su vida en la ciudad, que hizo estudios superiores, que vive con una mujer, está feliz al saber que ella está embarazada. Y en su alegría, el joven quiere presentar a la mujer a sus padres. Se sorprendió mucho al oír que le decían que un hombre que nunca estuvo casado no puede casarse con una viuda, y que no se podía ignorar esta costumbre. ¡Y he aquí otro niño más que vivirá sin su padre!

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Para vivir bien juntos, hay mil preguntas que se plantean, mil compromisos que hacer; las culturas tradicionales trataron de aportar elementos de respuestas, ya sea con respecto a la educación de los hijos, al trabajo, a los padres, a la vida sexual, a los conflictos inevitables que resolver… En muchas áreas no hay que buscar su camino, basta vivir la tradición y cuando hay dificultades siempre puede uno acudir a una hermana, un tío o llamar al consejo de ancianos.

Sin embargo no hay que soñar con un pasado paradisíaco: se sabe cómo a menudo las mujeres fueron tratadas como menores, y sometidas a las órdenes de los hombres.

En este siglo XXI, la mitad de los habitantes de África vivirán en la ciudad, lejos de la familia ampliada, en una sociedad pluri-religiosa y pluri-cultural… el número de niños será mucho más pequeño… ser “madre soltera” será una opción aceptada (¡desgracia para los hombres que no pueden tener hijos sin mujer!)… las parejas mixtas – esposos de diferentes etnias – serán más frecuentes… para muchas jóvenes educadas, la profesión será casi tan importante como la familia. La concepción de la vida de pareja evoluciona, pero de momento tengo la impresión de que a menudo las chicas no quieren vivir un matrimonio como el de sus madres, mientras que los chicos no se sienten tan alejados de sus padres: chicos y chicas no tienen los mismos sueños; después de haber trabajado mucho con las mujeres para darles un lugar más justo en la sociedad, ahora es necesario trabajar juntos hombres y mujeres para llegar a una relación hombre–mujer más justa. Los grandes profetas que necesitamos en este mundo moderno son parejas felices, abiertas, dispuestas a compartir su experiencia con las más jóvenes y a mostrarles con su vida que sí es posible amarse de manera profunda, duradera y alegre en este mundo.

Para eso quisiéramos ofrecer:

- Fines de semana de compartir y formación para las parejas,

- Grupos de apoyo en los que 5 o 6 parejas puedan encontrarse regularmente,

- Una formación para las parejas que acompañan.

Las sesiones de acompañamiento individual continúan con sus sorpresas, las situaciones siempre impactantes de nuevos infectados por el Sida, los rostros que revelan y llaman.

Y he aquí un encuentro que me ha hecho crecer en humanidad:

Ella tiene 24 años, casada desde hace dos años. Cuando le dijo a su marido que estaba embarazada, él desapareció. Ella vino a dar a luz a Nairobi donde vive su hermana. Dos horas antes de dar a luz, le dijeron que era VIH positiva. Y hoy su hermana la acompañó a nuestro centro de Uzima. Ella está desanimada y llora en silencio. No llora tanto sobre su suerte, sino que está ansiosa por saber si su hija también está infectada. ¡No tendrá la respuesta definitiva hasta dentro de año y medio!.

Saber que uno es HIV positivo es como entrar en “un país desconocido” donde uno está perdido e invadido por el miedo. Pero llegar al programa de Uzima es como encontrar a amigos que ya vivieron en “ese país” durante meses y años. Saben que el virus vive en ellos, pero rechazan vivir en la enfermedad. Sus risas dan esperanza y su presencia atenúa una estigmatización amenazadora que aísla; ella ha encontrado una nueva familia. ¡Aprenderá como avanzar por esos caminos desconocidos de ”ese país desconocido”!

¿Cómo acompañarla en su camino de sufrimiento? Para mí la frontera de su nuevo “país” está cerrada y me desgarra, reenviándome a mi propia fragilidad y a mis límites. ¿Cómo hacer florecer la compasión en cada encuentro, cada visita? Compasión que hace a la escucha respetuosa y abierta al silencio,  la mirada fraterna, la sonrisa estimuladora, la voz dulce cuando lleva un mensaje indecible: ningún sufrimiento se pierde ni es inútil, un inmenso cáliz recoge la sangre inocente. Tus lágrimas riegan llanuras fértiles para la vida de tu hija.

La mujer joven es orientada hacia “Lea Toto”, un  programa que ayuda a los niños seropositivos, donde se encargarán de su bebé de tres días (con o sin sida). Con los gestos atentos de una novata, le ofrece su seno inflado de vida, y por primera vez, aparece una amplia sonrisa.