Noticias de las Fraternidades 40

LA FRATERNIDAD EN ÁFRICA ORIENTAL

Las tres fraternidades que forman actualmente la región de África Oriental:

Kangemi, (barrio de Nairobi) Kenia.

Olorien, (barrio urbano de Arusha) Tanzania.

Mlangareni, (pueblo rural cerca de Arusha) Tanzania.

 

Diario de Alex (fraternidad de Olorien, Arusha, Tanzania)

Estoy viajando a Kenia para regresar a Arusha, estamos pegados unos a otros en un taxi colectivo. Mi vecino es un somalí, tiene los rasgos típicos. Hay somalíes nacidos en Tanzania, en Kenia y también en Somalia, es difícil discernir su nacionalidad. Desde hace 20 años Somalia está clasificada como “failed state” (Estado de delincuencia, desestructurado, que no llega a asegurar sus misiones esenciales). Grupos extremistas islámicos, Al shabab, controlan la mitad del país, de vez en cuando atraviesan la frontera de Kenia para provocar atentados. Desde hace algunos meses el ejército de Kenia entró en Somalia con otros ejércitos de los países vecinos para apoyar al gobierno oficial. Algo se está moviendo en la dirección correcta, sin embargo la tensión del terrorismo está bastante presente en Kenia: controles con detector de metales en las paradas de autobús, a la entrada de los supermercados e iglesias.

En el taxi nos saludamos con el vecino, parece sorprendido de encontrarse al lado de un blanco… Bastante pronto empieza la discusión sobre la religión. Yo estoy "en el camino de la perdición", cita frases de la escritura para mostrar que Jesús es un verdadero islam, “no lo que ustedes cuentan…” En resumen es la tradicional apologética islámica. Es una conversación larga, en cada boutade retomo con paciencia los elementos incorrectos. De vez en cuando detrás de nosotros otro pasajero interviene para defender a Jesús y su divinidad, mi somalí con un tono muy autoritario lo hace callar: “No me interrumpas, finalmente estoy discutiendo con un católico”. Comprendo que para él es un acontecimiento importante, y el pequeño taxi se convierte en una parábola de esta humanidad en camino pegados unos a otros. A veces el tono raya la agresividad, se extraña de que no hable como los pastores pentecostales. Otra forma de fundamentalismo, cuando los dos se encuentran salen chispas. Tengo que utilizar todos mis recursos de paciencia, buenos argumentos, una buena dosis de humor, la dialéctica en kisuahilí ayuda mucho. Me pregunta donde aprendí el idioma: “bajo un árbol de mango, ¿Y tú?” Responde  “bajo un baobab”. Después dice que está cansado y se duerme un poco. ¡Uf! ¡Por fin! No siempre  es evidente el diálogo, sin embargo vale la pena.

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Estoy en un convento de hermanas, somos 2 para acompañar a un grupo de una docena de hermanas durante 8 días de retiro. Hay un encuentro individual de 45 minutos con el acompañante, la eucaristía y una adoración en común, el resto en silencio.

Al cabo de dos días la maestra de novicias me dice que una novicia dejará el convento al día siguiente para regresar a su casa. Está un poco sacudida y pide hablar conmigo. Es una chica del campo de unos veinte años. Una situación de familia nada sencilla, dejó a sus papás para ir a vivir en casa de sus tíos. Al terminar la escuela dice que quiere ir con las hermanas para ser religiosa. Le responden: “¡Nada de eso! Ya se te ha encontrado un marido”. La chica rechaza, se pone terca, y finalmente se va al convento. Después de 3 años de probación empieza el noviciado cuando recibe una llamada telefónica de la casa de sus tíos: “Tu hermana está muy enferma, quiere verte.” No están permitidas las visitas a la casa durante el noviciado pero las llamadas continúan: “¡Tu hermana se está muriendo!”. Finalmente le dan el permiso para ir a visitar a su hermana. Al llegar a casa de los tíos le dicen que su hermana no está ahí sino en el pueblo de al lado. Se encuentra sola por un momento en la casa y resulta que aparece el que fue su futuro esposo prometido, muy pocas palabras: “Ahora vas a  ver lo que es querer ser monja…” y la viola. Se queda sin palabras, encuentra a su hermana que acaba de dar a luz normalmente pero no llega a contar lo que pasó. Regresando al convento sigue sin contarlo, su comportamiento parece un poco raro, mucho más nervioso. Algunos meses después no se encuentra bien, un día es la malaria, otra día otra enfermedad. Se decide hacer un control general: resulta ser seropositiva con una tasa de glóbulos blancos muy baja. Las hermanas la ayudaron bastante pero hoy deja el convento y me repite con una ligera sonrisa: “es mi cruz, y la acepto”. Quizá fue ella la que hizo el mejor retiro.

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Sigo con mis 4 días de trabajo en la carpintería de "Kiuki"; me encargo sobre todo del grupito de jóvenes aprendices, eso me ayuda a sentir que ya no soy joven y que es el momento de dejar algo a la próxima generación. El centro tiene una parte de  producción con 4 obreros y la posibilidad para jóvenes de aprender las bases del oficio en un curso de 2 años. El gobierno está cambiando los programas profesionales por un método bastante elaborado, es bastante teórico: en lo cotidiano se tienen muchas dificultades  para encontrar a alguien que esté dispuesto a enseñar... Los pocos que podrían hacerlo prefieren puestos mucho más remunerados. Los jóvenes que vienen a nosotros tienen un nivel bastante bajo. La tendencia general del país es enviar a los jóvenes en masa a la secundaria para estudiar durante 4 años en escuelas sobrepoblados, hay pocos maestros y muy escasos resultados. Para el gobierno la escuela se convierte en una zona de estacionamiento para esas masas de jóvenes que el mundo del trabajo no llega a absorber. Así pues el joven que nos llega muy probablemente no será un Premio Nobel pero eso no quiere decir que no sea capaz.

En el mundo laboral de aquí a menudo se oyen historias de dinero bien ganado pero también de dinero desviado de una manera más o menos astuta. Lo importante es ser bastante listo para que no te pillen con las manos en la masa. Donde hay dinero las cosas se hacen muy complejas. La carpintería depende de la parroquia local que paga salarios muy bajos, con un sistema de gestión en el que todo está concentrado en las manos de una sola persona. Ahí se dan todas las condiciones para incitar a desviar el dinero. Después de meses de paciencia en los que veo cosas poco claras, los demás obreros vinieron a mi casa a escondidas para quejarse del jefe que desvía cosas. Entonces fui a ver al párroco para decirle que tal vez fuese mejor aumentar los salarios y cambiar un poco el sistema de gestión. El párroco me escuchó y pareció decidido a hacer algo, pero me ha admitido él mismo: “Aquí en la parroquia tenemos graves problemas de confianza a propósito del dinero, incluso la hermana encargada de contar el dinero de la colecta del domingo se lleva algo en los bolsillos…” “Se respeta la fachada, todo está en orden, pero por detrás tenemos graves dificultades para tener confianza.”

¿En quién puedes tener confianza? A menudo se te responderán: Sólo en Dios. ¡Ese es el drama! Una gran confianza en Dios, con expresiones muy bellas, pero muy poca confianza en su prójimo. Incluso en las comunidades religiosas, a menudo encontramos la misma dinámica. ¡No siempre es evidente! A  menudo en la misma persona se dan varias máscaras que ocultan el verdadero rostro. ¿En quién pues tener confianza?

¿Cuándo llegará el día en que la confianza que tenemos en el Padre (Abba) haga posible la confianza entre hermanos y hermanas?

¿Cuándo llegará el día en que se cree un Premio Nobel de honestidad y confianza?

¿Cuándo llegará el día en que el “blablablá” sobre el desarrollo amplíe el discurso sobre la gestión económico como objetivo de nuestros esfuerzos, de nuestros caminos de fe, integrando la dimensión espiritual, la convivialidad?