Noticias de las Fraternidades 40

LA FRATERNIDAD EN ÁFRICA ORIENTAL

Las tres fraternidades que forman actualmente la región de África Oriental:

Kangemi, (barrio de Nairobi) Kenia.

Olorien, (barrio urbano de Arusha) Tanzania.

Mlangareni, (pueblo rural cerca de Arusha) Tanzania.

 

Diario de Julius (fraternidad de Olorien, Arusha, Tanzania)

Les escribo esta carta en la altura y la profundidad de la inmensa alegría de cumplir mis treinta años. Mi deseo de ser religioso empezó hace doce años cuando era catequista y líder de los jóvenes en mi iglesia local. Amaba a los sacerdotes y a las hermanas. Para mí eran los mejores intercesores del pueblo, y a partir de ese momento empezó a desarrollarse en mí el deseo de ser como ellos.

Los Salesianos están encargados de mi parroquia. También les escribí a ellos y me invitaron a un “ven y ve”. Pero no me sentía a gusto con ellos, mi deseo no se colmó. Un hermano con el que estaba en búsqueda me dio un librito de los Hermanitos. Llegué a Nairobi en mayo de  2008 y fui acogido muy cálidamente por los hermanos Gustavo y Lukas. Alain llegó más tarde.

La vida de los Hermanitos empezó a tomar forma en mí, como las páginas de un libro, como las escenas de una película, incluso si al principio fue bastante complicado. Yo veía una diferencia muy grande con los demás grupos religiosos que conocía. ¡Hermanos viviendo con la gente en el corazón de una villa miseria, en el corazón de una aldea! Gustavo ayudaba a los alcohólicos en la escuela Akiba, aun cuando trabajaba como carpintero en Kivuli. Alex y Lukas estaban muy ocupados con el grupo Uzima. Yo estaba emocionado por la unión entre los hermanos y de ver como la gente los quería. Sin hacer distinciones cada visitante era acogido directamente en la fraternidad… ¡sin necesidad de pedir cita!

Me fui a Mlangareni el 27 de abril de 2009. Aquí es donde mi deseo empezó a estar colmado. Encontré a Alex, Yesudas, Linus y Filipo. Por mi historia tenía costumbres que necesitaban ser corregidas. Gracias a Dios los hermanos me ayudaron en eso. Yo tenía tendencia a modificar todas las cosas que me parecían diferentes de la manera como yo pensaba que debían de ser. Por ejemplo la cultura de la gente de Arusha, la manera de celebrar los domingos, la administración del pueblo, las escuelas primarias y secundarias…

Aprendí de los hermanos a apreciar a los demás como son, con su propia manera de vivir. Soy un extrovertido por naturaleza y por educación. A menudo tengo la tentación de dominar el diálogo, y a menudo a causa de eso termino por cansar a mis hermanos. Mis hermanos me aconsejaron que intentara dar una oportunidad también a los demás.

Doy gracias al Señor por haber hecho progresos. Joji y Gustavo estuvieron conmigo hombro con hombro desde mi postulantado hasta el final del primer año de noviciado. No todo fue fácil para mí, pues yo estaba solo durante la mayor parte de mi formación. Mi vida de oración continuó profundizándose poco a poco. Me gusta la oración de adoración. Para mí es como en un hospital o una gasolinera: mis heridas y mis tristezas se curan allí y recibo la energía para caminar un kilómetro más. El “Jesús” de hace diez años es muy diferente del “Jesús “de ahora. No es ni un juez ni un jefe, es el Señor amante, siempre dispuesto a escucharme, darme seguridad y confortarme. Los numerosos retiros y seminarios en los que participé me alimentaron mucho. Aproveché de ellos tanto física como espiritualmente. La ermita es como una “hermana” para mí donde puedo retirarme incluso si el tiempo es demasiado corto. La oración contemplativa está echando raíces en mí rápidamente.

Para el segundo año de noviciado estoy en Olorien con Lukas, Yesudas y Alex. Trabajo en una obra de construcción en el hospital de Arusha. Lo que veo allí me invita a la oración. Es un hospital con mucho movimiento, a menudo hay gente que llora y grita a causa de la muerte de un ser querido… y unos minutos después otras personas se alegran por el nacimiento de un niño: ¡ha nacido un hijo y dan gracias a Dios! Y de repente se oye  la sirena de una ambulancia con todas las luces encendidas… La gente deja pasar el carro: Una persona muy enferma es depositada en una camilla y conducida a la recepción: perfusión, oxígeno, inyecciones… Al cabo de una semana está mejor y puede abandonar el hospital dando gracias a Dios. Veo todo eso desde una ventana del primer piso y me pregunto: ¿Soy diferente de ellos?

Encontré que la vida comunitaria no es nada fácil. No podemos ser parecidos: cada hermano se encuentra con su nacionalidad, su cultura, su temperamento, sus gustos. Lo que aprendí con mis hermanos, sobre todo en Olorien, es a madurar aceptando los límites de mis hermanos: ¡qué difícil es cambiar! Hay áreas en las que algunos cambian fácilmente, mientras que otros no logran cambiar. Me gusta nuestra vida porque hay un remedio que nos ayuda en la vida comunitaria: la revisión de vida.

Mi vida con los vecinos es buena, incluso si no es tan buena como lo era en Mlangareni. No conozco a mucha gente ya que muchos trabajan lejos, y mis horarios no siempre coinciden con los suyos por lo que a menudo es difícil encontrarlos. El lugar donde los puedo encontrar es el de las pequeñas comunidades de base (cuando regrese a tiempo para participar en ellas). Hice algunos buenos amigos ya sea en el barrio o en el trabajo. Pude recibir en la fraternidad a muchos de ellos y así presentárselos a los hermanos.

Para mí, la fraternidad fue una escuela que me enseñó muchas cosas. Por ejemplo, me conozco mucho mejor que antes, aprendí cómo relacionarme con la gente con respeto y aprecio, como guisar diferentes platos. ¡También mis capacidades musicales florecieron en la fraternidad! Agradezco a todos los hermanos por su apoyo.