Noticias de las Fraternidades 40

LA FRATERNIDAD EN ÁFRICA ORIENTAL

Las tres fraternidades que forman actualmente la región de África Oriental:

Kangemi, (barrio de Nairobi) Kenia.

Olorien, (barrio urbano de Arusha) Tanzania.

Mlangareni, (pueblo rural cerca de Arusha) Tanzania.

 

Diario de Luc (fraternidad de Olorien, Arusha, Tanzania)

Luc dejó Nairobi (donde vivió 13 años) el año pasado para regresar a Arusha.

Dos cosas me marcaron a lo largo de esos años en Nairobi: La Solidaridad, ya sea en la fraternidad (la apertura entre hermanos), o en la comunidad cristiana (con los amigos que me ayudaron a profundizar en las relaciones con los vecinos, con los compañeros de trabajo, los enfermos de Sida). Y luego la Vitalidad de las personas encontradas, con sus necesidades de ser apoyadas moral y espiritualmente para encontrar su lugar en la sociedad y en la vida.

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Al volver a Arusha, quise tomar el tiempo para readaptarme, para sentirme de nuevo a gusto en esta ciudad donde había vivido durante 17 años; pero ha cambiado mucho desde entonces, para mí es toda una realidad nueva. No me veía comprometiéndome nada más llegar. Volví a tomar contacto con los amigos, los ambientes de Iglesia, los antiguos compañeros de trabajo y poco a poco me orienté hacia dos entornos: el hospital y las personas mayores o más bien las personas “que se hacen mayores”, de más de sesenta años, las "Ageing People". En el hospital encontraba a esas personas sufriendo, sin atención, cuando sus derechos no eran respetados, ¡uno no se puede callar!

Para contactar a esas personas visité a vecinos y así me encontré con Mama Minja, que había empezado una ONG a nivel nacional para apoyar a las “personas mayores”, reunirlas, ayudarlas a conseguir sus derechos, las curaciones gratuitas, sus pensiones… Sentí que era difícil comprometerme con ella en su ONG, pero por el contrario podríamos cooperar localmente. Formamos un comité con ella, con Alfonso, un pastor luterano con el que había trabajado hace mucho tiempo en la cooperativa de construcción y con Mwalimu Minja, una maestra. Nos encontramos los cuatro en casa de Gaudencio que tiene un rol de consejero. Es un vecino, uno de nuestros antiguos postulantes, que hoy es alcalde de Arusha.

Vimos que para hacer frente a las necesidades de las personas mayores teníamos que buscar a otras personas interesadas en el proyecto y formamos un grupo con un abogado, tres antiguos sabios del barrio, una enfermera y una responsable de la Fraternidad  secular. Y decidimos hacer una encuesta para conocer bien la situación de las personas mayores en el barrio. Para eso involucramos a los jefes de los seis barrios de nuestra parroquia de Kijenge.

Tuvimos un encuentro con los seis jefes de los barrios más los jefes de calle. Se decidió que para conocer y seguir mejor a cada uno había que proponer a las personas mayores inscribirse dando su edad, domicilio, foto… Muchos maestros hicieron el puerta a puerta. Dos barrios se sensibilizaron especialmente gracia a los responsables locales.

Se inscribieron unas cien personas de diferentes religiones, etnias… No hay problemas entre ellos, si se evitan dos temas tabúes: la política (pues la situación es bastante tensa en Arusha) y el dinero (pues si perciben que hay dinero detrás, eso falsearía todas las relaciones).

La siguiente etapa fue otra reunión con los responsables de barrios para ver cuáles eran las necesidades de las personas mayores que habían aparecido. Aunque los cuidados gratuitos están previstos por el ministerio de la Salud, pocos hospitales los facilitan. Hay una pensión de 10 euros por mes para los que tienen más de 60 años. Los fondos llegan a nivel de la región pero son desviados hacia otras necesidades: escuelas… Y además habría que favorecer a aquellos que verdaderamente lo necesitan en lugar de dar a todos.

Es evidente que hay otras necesidades pero esperamos que sean formuladas por las mismas personas mayores, por ejemplo: 

* que puedan encontrarse en los “barazas” de los ancianos, lugares de encuentro que existían en los pueblos y barrios pero que han caído en desuso. Gracias a Gaudencio ya pudimos conseguir una oficina en el centro administrativo, y buscamos un salón de té en el barrio.

* con una persona a cargo que sería una especie de asistente social para las personas mayores,

* una enfermera que pueda estar en el barrio para ellos uno o dos días por semana, para algunos es toda una historia ir hasta el hospital,

* también necesitaríamos un apoyo a nivel legal, sobre todo para aconsejarlos respecto a la herencia: a menudo son presionados para favorecer a un hijo u otro.,.

* y finalmente sería necesario que tengan una tarjeta de identidad de persona mayor reconocida a nivel de la región, Gaudencio podría ayudar para eso. Hay que recordar que no hay tarjeta de identidad en Tanzania. Eso podría ayudar por ejemplo cuando hay distribuciones de alimentos u otras ayudas.

A corto plazo el reto consiste en oficializar el proyecto. Para eso hemos encontrado un nombre: UWAZO, “Unión de Personas Mayores de Olorien” (nuestro barrio), pero también significa: “un solo pensamiento, un solo objetivo”. Además hay que redactar una constitución para el grupo, inaugurar la oficina, y finalmente habrá que distribuir las tarjetas de adhesión.

Yo me considero como uno de ellos. ¡Voy a inscribirme!

Mi experiencia de "envejecer" tiene en primer lugar un lado positivo: aceptar llegar a una edad donde uno se da cuenta de sus límites físicos, intelectuales… En un cierto momento yo me negaba a reconocer que envejecía - ¿Orgullo?- Por ejemplo exageraba en el trabajo: 7-8 horas al día; era demasiado. Ahora sé que después de 4 o 5 horas de visitas al hospital tengo que detenerme para no cansarme demasiado. En las reuniones o los encuentros de grupos pequeños en una misma sala tengo más dificultad para seguir la conversación. Necesitaría operarme del oído izquierdo.

Y luego está el contacto con las personas mayores, el gusto de encontrarlas, escucharlas, muchas son como yo: tienen que llegar a aceptar esta nueva etapa de la vida. Sus necesidades no son en primer lugar materiales sino ser aceptados por sus familias, el barrio, la sociedad, la comunidad cristiana o musulmana…

Otro aspecto es que antes yo tenía compromisos… Ahora estoy un poco como un pájaro en la rama: ocupaciones no muy definidas, hay que dar un paso para aceptar esta situación. Pero también tengo más tiempo para los encuentros informales, más gratuitos con los vecinos, los antiguos amigos del trabajo, es positivo todo lo que vivimos juntos.

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Y está el hospital. Voy a la capellanía dos veces por semana, los días que el capellán está ausente. También lo ayudan otros sacerdotes, ya que él tiene una salud frágil. Yo dudaba porque temía cansarme demasiado, pero sólo voy de 10 h. a 16 h. Primero encuentro al equipo de la capellanía, religiosas y voluntarios que preparan la comida para algunos enfermos alejados de sus familias o más pobres. Una de ellas hace un trabajo admirable como asistente social: me indica cuales son los enfermos que más necesitan ser escuchados o que desean el sacramento de los enfermos o la eucaristía. Hay que decir que algunos están allí para períodos largos.

Luego están las visitas a los enfermos, solo o con la asistente social, la comida con el equipo de la capellanía y de nuevo visita a los enfermos. Después de todo esto soy bien consciente de mi cansancio. Una vez al mes hay una liturgia con el equipo de la capellanía: enfermos, cuidadores y voluntarios de la parroquia que luego van a visitar a los enfermos.

Habría que poder organizar encuentros, seminarios con el personal que cuida, pero de momento no se ha manifestado mucho interés.

Siento también la necesidad de una supervisión sicológica, como teníamos en Nairobi. Podría encontrar regularmente al capellán que es un amigo, o un consejero profesional.

Trabajé muchos años con enfermos. En Nairobi, era en el marco muy preciso de enfermos de Sida: muchas sesiones 5 o 6 días por semana. Aquí es más una escucha, administrar sacramentos; al principio me orientaban sobre todo hacia los católicos pero poco a poco también me orienté hacia los demás. Y no tengo que acompañar a muchos moribundos, sólo me tocó una vez. Por el contrario hay muchos accidentados.

Respecto a la parroquia me encuentro muy libre. A veces celebro la misa en otra parroquia, pero pocas veces en Kijenge. Una vez por semana trato de ir a nuestra comunidad  cristiana de base. Es importante rezar entre cristianos que son la familia de Dios. Por supuesto visito a personas del barrio.

¿Qué decir sobre mi vida de oración? Cuando tengo insomnio, tomo el rosario, repito un texto evangélico: Jesús que aparece y dice “la Paz esté con ustedes, Tomás deja de dudar y ten fe”. Cuando Jesús habla así nos asegura: “yo estaré siempre con ustedes”… palabras que repito y que me ayudan a recuperar el sueño, siento que Jesús está cerca. La hora de adoración en silencio y en comunidad también es importante.