Hermanos del Evangelio
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En medio de un mundo que, a veces, parece sin rumbo, queremos seguir a Jesús como el modelo único, en una vida religiosa que se inspira en Carlos de Foucauld. Esta referencia nos invita a estar con la gente sencilla, pobre o excluida y a compartir sus condiciones de vida.
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Tres pilares
En vista de la construcción del Reino de Dios, nuestra vida como Hermanitos del Evangelio está fundada sobre tres pilares, que son :
La oración
Por la oración buscamos estar siempre en unión con Dios que es la fuente de nuestra vida y da sentido a todo nuestro ser y actuar. Cada día
dedicamos parte de nuestro tiempo a la lectura y meditación de la Palabra de Dios y a momentos de oración personal y comunitaria.
En nuestras fraternidades la Eucaristía está en el corazón de esta oración. Permite que nos unamos a la Pascua de Cristo y que
transformemos en acción de gracias todo lo que nuestras jornadas contienen de trabajo, de lucha, de sufrimiento, de oración y de amor.
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Pasamos regularmente períodos de retiro y de soledad, en ermitas. Lejos de cortarnos de los hombres, esos tiempos de desierto
nos unen más a ellos, puesto que nos acercan a Dios y purifican nuestra capacidad de amar.
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La vida fraterna
El amor fraterno que anima la vida comunitaria debe crear una verdadera amistad entre los hermanos. Nuestra vida fraterna pretende ser el signo
vivo de la realidad y de la actualidad del Evangelio, del amor del Padre. Nos convierte a todos en hermanos y nos permite superar el individualismo que hace tanto daño en
nuestro tiempo.
Todos los aspectos de nuestra vida, la manera de ser de cada hermano y las necesidades de la gente que nos rodea se armonizan en un proyecto
comunitario. Periódicamente, por la revisión de vida, evaluamos nuestro proyecto comunitario y renovamos nuestra fidelidad a los valores de nuestra vocación.
Compartir la vida de los pobres
La vida de Jesús en Nazaret, entendida como misterio de abyección y el compartir la vida de los hombres, impresionó a Carlos de
Foucauld y marcó toda su vida. Nos invita a compartir la vida de los pobres, su amistad, a luchar con ellos contra la desesperación, la injusticia, valorando su dignidad como
persona.
A partir de este "estar con" los acentos de nuestra vida de fraternidad pueden dirigirse hacia una presencia a la gente que nos rodea, un compromiso por la
liberación integral de la humanidad y/o el anuncio de la Palabra de Dios.
Nuestra vida
Vivimos en pequeñas fraternidades de tres o cuatro personas, marcadas por la sencillez, buscando vivir todo un conjunto de valores que
se expresan en el concreto de la vida diario, en la oración, en la comunión fraterna y en el compartir con los pobres.
Se trata de una vida animada por :
Un espíritu contemplativo
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Deseando vivir en la espera de Dios y recibirlo cuando llama a la puerta, nuestra vida es ante todo un camino de contemplación
y de oración en el corazón mismo del mundo.
En lo concreto de nuestras vidas, la oración, los tiempos de silencio, la comunión fraterna y el compartir la vida de los pobres se integran y forman una unidad :
distintas caras de un mismo amor por el humilde carpintero de Nazaret.
Nuestra manera de vivir está marcada por un gusto a la sencillez y la pequeñez, un espíritu de apertura y de acogida universal, la búsqueda de humanidad en las
relaciones.
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Un espíritu apostólico
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Deseando compartir la Buena Nueva de Jesús, nos sentimos llamados, como Carlos de Foucauld, a "gritar
el Evangelio desde los tejados" a través del testimonio de nuestras vidas, nuestro trabajo diario y las relaciones con los demás. Dedicados a anunciar la Buena
Nueva a los pobres, participamos, con nuestro carisma propio, a la misión de evangelización de la Iglesia.
Nuestras Fraternidades se ponen al servicio de la Iglesia local para :
- ser testigos del Reino de Dios.
- proponer un camino de reconciliación y trabajar así por la unidad de toda la humanidad.
- anunciar el Evangelio de Dios, para que cada persona pueda abrirse libremente a él y acoger los sacramentos de la salvación.
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Vivimos la Evangelización en el pluralismo de las exigencias y las obligaciones, en la diversidad de nuestros talentos personales. Nuestra
Fraternidad está constituida de hermanos sacerdotes y hermanos laicos.
El trabajo manual
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La gente entre la que vivimos, ganan su vida con trabajos humildes. En comunión con ellos e imitando a Jesús
trabajador pobre en Nazaret, nosotros ganamos nuestra vida con el trabajo manual.
Ese compartir de la condición trabajadora con sus penas y dificultades, nos ayuda a permanecer más cercanos a los pobres haciendo
nuestras sus aspiraciones y justas reivindicaciones.
Cuando alguno de nosotros, a causa de las circunstancias, no puede ganar su vida por el trabajo manual, tendrá el deseo de conservar una vida
sencilla y cercana a los pobres.
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